Por Fernando Rincón
Periódico "El Punto de las Artes"
Periódico "El Punto de las Artes"
Edición del 15 al 21 de
junio de 2007
Madrid, España
Cómo
es la realidad de nuestro mundo? Presumimos de libertad y, sin embargo, estamos
más atados que nunca a unas máquinas que nos obligan y sin las que ya no
podemos funcionar. Aún más, somos programados desde el vientre materno para
actuar de acuerdo con una serie de indicaciones dadas que nos condicionan en
todo momento, coartando nuestro estado natural.
Este drama es analizado
por la pintura de Orlando Arias Morales, pintor de origen boliviano
(Potosí, 1954) afincado en Madrid, que expone su obra en la Fundación Artecovi.
Un hombre que ha realizado una evolución en su trayectoria, de base
indigenista, mudando sus intereses hacia una cierta superación del cubismo en
su recomposición de las formas, con ribetes surrealistas que llenan sus lienzos
de fantasía iconográfica. Una puerta abierta hacia la subjetividad de la mirada
que metaboliza el mundo para devolverlo crítico. Un mundo, la Pintura, donde la
imaginación es dueña y señora, razón y motivo para todas las cosas.
Una
idea mágica llena de personalidad da curiosas formas de raigambre
arquitectónica . Cajas acaso no tan vacías y siempre parcheadas que se hacen
animadas y reproducen con ironía nuestro mundo y percepción. Objetos
constructivos habitando paisajes, edificios, contando historias a veces
insinuadas, misteriosas, evocando una mitología, un mundo de criaturas
misteriosas, de cierta y reconocible inteligencia, para descubrirnos finalmente
a nosotros mismos.
El mundo,
decíamos, profundamente personal de Orlando Arias estalla en color. No existe
lo neutro, ni lo preconcebido. El cuadro es un espacio que se pondera y mesura
paulatinamente. Todo es desbordante. Las superficies mágicas de las telas se
expanden cromáticamente ante nuestros ojos. Colores que rechazan la planitud,
que aman la vibración superficial, llenando su presencia de juegos decorativos,
casi excesivos, todo espacio posible.
Un
espectáculo que se desenvuelve ante nosotros, ofreciéndonos el producto de una
mirada desde el interior, transformadora del mundo de humanos o, tal vez,
evidencia de nuestra propia realidad a la que ni siquiera escapan los
ciber-indígenas. Curiosos juegos de índole mental y concreción pictórica, que
dan pistas al espectador para implicarse con la contemplación.
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